El aragueño batea .500 en lo que va de temporada || AP |
"Me supongo que más que nada, demuestra que es humano", dijo McClendon con una leve sonrisa.
El venezolano Cabrera es humano porque cayó en el mayor slump desde que era un novato de 20 años con los Marlins en el 2003. Sin embargo, el trabajo que hizo para salir del bache demuestra por qué ha sido uno de los mejores bateadores de su época.
Cabrera no cree que haya salido completamente del letargo, pero se siente mucho mejor ahora que hace unos días.
"Es temprano ahora, pero necesitas dar la cara y tratar de mejorar", dijo el venezolano, "porque no quieres estar así todo el año."
Dijo eso después de dar par de hits el domingo, poniendo su promedio en .290. Si proyectas lo que lleva hasta ahora a una campaña entera, empujaría 120 carreras. Eso sería una buena temporada para el 95% de los ligamayoristas, pero para el campeón de bateo reinante que terminado con promedio de .320 o más en seis de sus ocho campañas completas en Grandes Ligas, queda un poco corto.
Cabrera espera volver a su ritmo acostumbrado. McClendon también.
"Tiene momentos de vez en cuando en los que no ve la bola tan bien como quisiera", dijo McClendon. "Pero lo increíble de él es que sabe cómo trabajar para salir de eso."
Es de poca frecuencia la evidencia de que Cabrera es humano como bateador.
Pero en un trecho de seis juegos, el venezolano se fue de 22-0, a un turno en blanco del mayor bache de su carrera.
Estuvo de 12-0 en una serie ante los Medias Blancas. Chicago siempre le ha dado dificultades, ya que Cabrera le batea .258 de por vida ante los White Sox, 55 puntos menos que vs. cualquier otro equipo de la Liga Americana. Su OPS (porcentaje de embasarse más slugging) de .807 contra los Medias Blancas también peor que ante cualquier otro oponente del Joven Circuito.
Luego en el primer partido de la serie de Detroit en Kansas City, Cabrera volvió a irse en blanco.
"En Chicago trataba de hacer demasiado en el home y dañé mi cuadre y mi swing", explicó Cabrera. "Trabajé en Kansas City. Sigo trabajando ahora. De ser necesario, trabajaré la próxima semana. Trataré de tener mi swing más consistente, porque le estoy tirando a muchos malos pitcheos y estoy dando muchos rodados a la tercera base. Eso no es parte de mi juego."
Es algo que ocurre con los grandes bateadores, pero es raro. Ichiro tuvo un bache de 25-0 en el 2005, el año después de ganar el título de bateo de la Americana con promedio de .372. El venezolano Carlos Gonzále vivió lo mismo, 25-0, en abril del 2011 luego de ser campeón de bateo en la Nacional la campaña anterior.
Cabrera tuvo sus altibajos como novato, pero después de aquella temporada su bajón más largo había sido de 16-0 en el 2007, su último año con los Marlins.
El talento de Cabrera es obvio al simple y llanamente observarlo. Es tan fácil de ver que a veces el empeño que le pone es opacado.
Cuando se le preguntó a McClendon cuánto trabajo hace Cabrera con el video, pausó el instructor.
"Miguel ve los videos de vez en cuando, pero la mayoría del video está en su cabeza", dijo. "Es un caso poco común en ese sentido. Podemos hablar de una situación que ocurrió el año pasado en Anaheim vs. (Jered) Weaver. Había conteo de 2-1, y él recordará exactamente lo que estoy hablando. Es increíble su memoria con los pitchers, lo que hicieron y lo que intentaron en ciertas situaciones. Eso es lo que lo hace grande.
"Esa es la cualidad que encuentras en los grandes bateadores", continuó. "El resto de los nosotros estamos viendo televisores en blanco y negro, mientras él ve uno de 60 pulgadas y en alta definición. Él ve un televisor diferente al que nosotros."
Tan importante como eso es la habilidad de Cabrera de repetir sus buenos hábitos en el plato.
"Hicimos mucho trabajo extra, tratando de aumentar la velocidad en mi bate", relató Cabrera, "porque estamos enfrentándonos a unos pitchers difíciles ahora mismo. Están tirando a 95, 97 (millas por hora)."
Terminó la racha sin hits de Cabrera con una línea al jardín izquierdo. Mientras llegaba a la primera base, pidió la bola en tono de broma. Después de eso, conectó ocho hits en sus siguientes 16 turnos, aunque un jonrón fue el único extrabase. Muchos de los imparables fueron al jardín central e izquierdo.
Una línea que chocó con la barda del bosque derecho fue algo más típico de Cabrera (aunque fue puesto out tratando de llegar a la segunda base). Cuando terminó ese partido, el venezolano anticipaba su día de descanso del lunes.
Su coach de bateo anticipa lo que viene ahora.
"De alguna manera, es bueno porque hizo surgir algunas cosas en las que tenía que trabajar", dijo McClendon. "Y creo que cuando volvamos a enfrentarnos a esos muchachos (los Medias Blancas), él será mejor por eso."
Meridiano
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