El falconiano fue un bateador respetado || AP |
Ordóñez era un gran atleta-tremendo jugador de fútbol-pero como pelotero todavía le faltaba mucho desarrollo. Sin embargo, ahora el venezolano se prepara para retirarse como uno de los mejores jugadores de béisbol que han salido de su país, además de uno de los mejores bateadores en la historia de los Tigres de Detroit y uno de los peloteros más respetados de su generación.
"Maggilo era un gran compañero, así de callado", dijo el manager de los Tigres, Jim Leyland.
Cuando Ordóñez salga al terreno del Comerica Park el domingo, será el centro de atención en una de las despedidas más grandes en la historia de la franquicia de Detroit.
No está nada mal para un jugador cuya carrera que necesitó de mucha fe en sus inicios y que por poco termina a los 30 años.
Para los Medias Blancas, Ordóñez representaba un éxito a nivel de scouteo internacional. Chicago estaba listo para firmarlo cuando los Astros lo dejaron en libertad en 1991. Un día después de salir de la academia de Houston, estaba de regreso en el béisbol con los Patipálidos. Un año después de eso, jugaba en Estados Unidos a sus 18 años, bateando .180 en una Liga de Novatos a la vez que seguía aprendiendo cómo jugar el béisbol.
Ordóñez hizo su debut en Grandes Ligas en 1997 y se convirtió en titular en 1998 con los Medias Blancas. En 1999 fue convocado al Juego de Estrellas con promedio por encima de .300 y 30 jonrones.
El venezolano alcanzó el estrellato en Chicago casi al mismo tiempo que Paul Konerko, quien le dijo al Chicago Tribune en esta semana que Ordóñez es el pelotero mejor y más completo con el que ha jugado.
"Hubo un tiempo en que lo podía hacer todo", expresó Konerko. "Correr, batear, tirar-lo que quieras, él sabía hacerlo en el terreno. Rara vez lo vi hacer algo mal. Siempre hacía todo bien. Era increíble durante esos primeros años. Parecía que nunca cometía un error."
No se trataba solamente de su talento. Más allá de las habilidades físicas de Ordóñez, el jardinero poseía dos cualidades que lo separaban del montón: Combinaba una excelente ética de trabajo con inteligencia. Como suele decir Leyland, Ordóñez no sólo trabajaba duro, sino también trabajaba de manera inteligente.
"Por eso era tan consistente", dijo el compañero de Ordóñez en Detroit, el infielder dominicano Ramón Santiago. "Estuvo encima de cada pitcheo."
De 1999 al 2003, Ordóñez bateó .312 y promedió 40 dobles, 32 dobles, 118 empujadas y sólo 70 ponches por temporada. Durante ese trecho de cinco años era uno de los outs más difíciles de Grandes Ligas, sobre todo para los lanzadores d ela División Central de la Liga Americana. Uno de ellos era Santana, su ex compañero de cuarto en la academia de los Astros y abridor en ascenso en los Mellizos. Ordóñez le bateaba con bastante facilidad en aquellos tiempos.
"Tuvimos algunos buenos enfrentamientos cuando estaba yo con los Mellizos y él con los Medias Blancas", dijo Santana. "Él parecía ser uno de los outs más difíciles de ese lineup en cada oportunidad, y siempre hallaba la manera de hacernos daño."
En ese entonces Ordóñez también era un némesis de los Tigres. Una lesión poco usual y una vuelta del destino cambiaría el curso de su carrera.
Ordóñez corría para tratar de atrapar un elevado conectado por su compatriota Omar Vizquel el 19 de mayo del 2004 cuando chocó con el segunda base de Chicago, Willie Harris. Dos semanas después, fue operado para reparar el cartílago en su rodilla izquierda. Al final de ese año se sometió a una cirugía experimental en Austria.
En vez de ser un cotizado agente libre aquel invierno, Ordóñez ahora tenía que luchar para demostrar que la lesión en la rodilla no era una amenaza para acabar con su carrera.
Después de la segunda cirugía, los Medias Blancas decidieron no volver a firmarlo. Para enero del 2005, Ordóñez era el último bateador de nombre aún en el mercado.
Ahí entraron los Tigres, que eran el último equipo que buscaba ayuda ofensiva. En el 2003 habían perdido 119 juegos, así que todavía buscaban respetabilidad en la Americana.
En el 2005, los Patipálidos ganaron la Serie Mundial, mientras que Ordóñez sufrió una hernia deportiva en su primera temporada en Detroit. Pero en los próximos seis años, Ordóñez sacaría la mejor parte, todo el tiempo bajo el mando de Leyland.
"Magglio era un deleite", dijo el capataz. "No era difícil de dirigir. Llegaba preparado todos los días."
Con promedio de .298, 24 cuadrangulares y 104 impulsadas en el 2006, Ordóñez tuvo una temporada con la que proclamó que de verdad estaba de regreso. Un swing ante Huston Street de los Atléticos en el Juego 4 de la Serie de Campeonato de la Liga Americana lo llevó a un lugar al que nunca había ido-la Serie Mundial.
"Uno de los jonrones más grandes en la historia de los Tigres", calificó Leyland.
Al año siguiente, Ordóñez tuvo una de las campañas individuales más grandes en la historia de Detroit.
Se convirtió en el primer integrante de los felinos en ganar un título de bateo desde Norm Cash en 1961 y apenas el segundo venezolano en lograr la hazaña, después de Andrés Galarraga en 1993 con los Rockies. Pero el promedio de .363 de Ordóñez sólo representaba parte de su gran temporada.
Las 139 remolcadas de Ordóñez representaban la mayor cantidad de su carrera, pero sólo 48 de ellas fueron producidas a través de sus 28 cuadrangulares. Bateó .429 (191-82) con corredores en posición de anotar. Con un corredor en tercera y menos de dos outs, el venezolano se fue 37-25.
Alex Rodríguez ganó el premio al Jugador Más Valioso de la Americana ese año, Sin embargo, cinco años después los números de Ordóñez, quien terminó en el segundo lugar en las votaciones, aún lucen deslumbrantes.
José Altuve, el joven segunda base de los Astros, era un adolescente en Venezuela en esos tiempos.
"Cuando estaba chiquito jugaba con mis amigos y conformábamos un equipo Todos Venezolanos", relató Altuve. "(Ordóñez) siempre era mi tercer bate. Para mí, era uno de los mejores."
Agregó Santana: "Era de los grandes. En esos tiempos era grande."
Ya para esa época, Ordóñez estaba bien establecido en la ciudad de Detroit. Él y su esposa establecieron un fondo de becas para la zona de mexicanos en Detroit apodada "Mexicantown". Dos años después, aportó dinero para ayudar a renovar un terreno de béisbol en la ciudad.
Luego del 2007, Ordóñez nunca volvió a producir a un alto nivel durante toda una temporada, pero sí tuvo otros grandes momentos. Y cuando los Tigres necesitaban un impulso en la recta final mientras trataba de clasificar, el venezolano siempre daba la cara.
Sin importar los lentos comienzos, debido a lesiones o preocupaciones familiares, Ordóñez siempre sabía terminar fuerte. Llegó a agosto del 2009 con promedio de .258, OPS (porcentaje de embasarse más slugging) de .685 y con su rol del equipo en duda, pero bateó .415 en sus últimos 45 partidos para convertirse en la mayor amenaza al bate de Detroit.
El año pasado, mientras se recuperaba de su primera cirugía en el tobillo derecho, tenía promedio de .200 al final de junio. Para mediados de agosto, bateaba apenas .224. Pero en sus últimos 21 encuentros produjo average de .365.
En la Serie Divisional del 2011 vs. los Yankees se fue de 11-5, incluyendo tres hits en el decisivo Juego 5. Cuando abandonó el Juego 1 de la Serie de Campeonato de la Liga Americana en Texas, fue bien doloroso para todos.
Ordóñez se recuperó de dicha lesión, pero nunca recuperó su valor en el mercado de los agentes libres.
"Es difícil ver irse a un amigo así", dijo el compatriota y ahora ex compañero de Ordóñez en los Tigres, la superestrella Miguel Cabrera. "Sabemos que aún puede jugar a este nivel."
Sólo 115 ligamayoristas de la historia con al menos 3.000 veces al plato han terminado sus carreras con mejor promedio que el .309 de por vida de Ordóñez, y son menos los que han igualado su OPS de .871.
Para Cabrera, Ordóñez está dentro de los primeros cinco bateadores venezolanos de todos los tiempos. En sentido general, podría ser el mejor.
"Creo que la gente debe valorar lo que él hizo en el béisbol", dijo Cabrera. "Lo que hizo por los Tigres y los Medias Blancas."
MLB
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